Trucos para gestionar situaciones estresantes encadenadas

Domingo 31 de Enero del 2021

Ilustración mujer preocupada Cuando los seres humanos desviamos el foco de lo que depende de nosotros a lo que no, nos genera un gran malestar.

Primero una pandemia mundial nos confina en casa durante meses.

Después, la desescalada y la “nueva normalidad”.

Continuamos con la segunda ola y sus inestables restricciones, que origina continuos cambios en el devenir de nuestras vidas.

Y llega…Filomena, que de nuevo pone en jaque la gestión de nuestro día a día.

¿Cuáles son las consecuencias psicológicas de todos estos acontecimientos? ¿Qué peso tiene en las personas encadenar sucesivos eventos estresantes y limitantes que coartan constantemente nuestra sensación de libertad?

El enfado, la incertidumbre e incluso el asco, pueden acompañarnos durante estos días. El panorama actual que vivimos no nos gusta y estas emociones aparecen en respuesta a esto. Es totalmente normal experimentarlas y es importante que nos permitamos hacerlo.

Nos descubrimos a nosotros mismos teniendo que poner en marcha, una y otra vez, estrategias de adaptación. Intentamos utilizar todo nuestro arsenal de recursos con el objetivo de afrontar el incesante bombardeo de eventos estresantes, más propios de películas de ficción que de la realidad a la que estábamos acostumbrados.

Todo ello puede generar una sensación de apatía, desmotivación y falta de energía. Estamos cansados de tener que aceptar y gestionar situaciones limitantes, las cuales escapan a nuestro control.

En la aparente normalidad, vivimos inmersos en una rutina diaria, prácticamente ajenos a los sucesos de nuestro alrededor, ya que no suelen tener una influencia directa que altere nuestro día a día. Pero cuando los eventos externos son tan extraordinarios como los que nos está tocando experimentar, tienen el poder de captar nuestro foco atencional y de dirigirlo hacia ellos.

¿Qué efectos a nivel cognitivo tiene esto?

Cuando los seres humanos desviamos el foco de lo que depende de nosotros a lo que no, nos genera un gran malestar. No estamos acostumbrados a tener la impresión de estar en peligro, al desconocimiento hacia cómo actuar ni a la sensación de vulnerabilidad. En definitiva, sentimos que nos hacemos pequeños ante los sucesos que escapan a nuestro control.

Ante la gran pregunta… ¿y qué puedo hacer yo?

El afrontamiento de estos acontecimientos inusuales debe hacerse redirigiendo la atención hacia lo que sí depende de mí. Es algo difícil, sin duda, pero nos ayudará a recuperar la reconfortante sensación de control que estamos acostumbrados a experimentar.

Ejemplos de lo que depende de nosotros es la propia regulación emocional, la gestión del pensamiento, la toma de decisiones, las estrategias de adaptación… Es importante lograr un equilibrio entre la aceptación de nuestra limitación en este momento y la puesta en marcha de las acciones que estén en nuestra mano, como el cumplimiento de normas, ofrecer ayuda a nuestro alrededor o colaborar en aquellas tareas en las que nos percibamos capaces.

Entender que es natural que las sensaciones desagradables aparezcan, ya que cumplen la función de alertarnos de que los acontecimientos que estamos viviendo nos limitan y atentan contra nuestro famoso “libre albedrío”. Es decir, la sensación de saber que, si quiero, puedo, y actuar desde lo que sí depende de mí son las claves para una buena gestión de nuestra actual normalidad.